Planisferio francés del siglo XVII que muestra las constelaciones reconocidas en aquella época
Una constelación, en astronomía, es una agrupación de estrellas cuya posición en el cielo nocturno es aparentemente tan cercana que los astrónomos de las civilizaciones antiguas decidieron vincularlas mediante líneas imaginarias, ideando así figuras sobre la bóveda celeste. En la inmensidad del espacio, en cambio, las estrellas de una constelación no están, necesariamente, localmente asociadas; incluso pueden encontrarse a cientos de años luz unas de otras. Además, dichos grupos son completamente arbitrarios, ya que distintas culturas han ideado constelaciones diferentes, incluso vinculando las mismas estrellas. Aun así, algunos conjuntos tienden a reaparecer, ya sea por su configuración tan peculiar —como es el caso de Scorpius, el escorpión—, su magnitud aparente (el brillo) de sus estrellas o debido al paso recurrente de algunos cuerpos celestes —los planetas y la Luna— por sus inmediaciones.
Algunas constelaciones son muy antiguas, pues fueron ideadas hace muchos siglos por los pueblos que habitaban las regiones del Medio Oriente y el Mediterráneo. Otras, en cambio, tuvieron su origen en tiempos más recientes, cuando los viajes a otros lugares, hasta entonces desconocidos, llevaron a los navegantes europeos a explorar los mares del sur (aunque los pueblos que habitaban las regiones australes ya habían nombrado sus propias constelaciones).
Se acostumbra a separar las constelaciones en dos grupos, dependiendo el hemisferio celeste dónde se encuentren:
- constelaciones septentrionales, las ubicadas al norte del ecuador celeste
- constelaciones australes, al sur.
A partir de 1928, la Unión Astronómica Internacional (UAI) decidió reagrupar oficialmente la esfera celeste en 88 constelaciones con límites precisos, tal que todo punto en el cielo quedara dentro de los límites de una figura. Antes de dicho año, eran reconocidas otras constelaciones menores que luego cayeron en el olvido; muchas, ya no se recuerdan. El trabajo de delimitación definitiva de las constelaciones fue llevado a cabo fundamentalmente por el astrónomo belga Eugène Joseph Delporte y publicado por la UAI en 1930.
Historia de las constelaciones
Constelaciones antiguas
Placa tallada en el templo de Hator de Dendera (Egipto), alrededor del 50 AC, que representa las constelaciones zodiacales
Debido al tiempo transcurrido y a la falta de registros históricos, es difícil conocer el origen preciso de las constelaciones más antiguas del mundo occidental. Tal parece que Leo, el león, Taurus, el toro, y Scorpius, el escorpión, existían desde hacía mucho tiempo en la cultura de Mesopotamia, unos 4000 años antes de la era cristiana, aunque no recibían esos nombres necesariamente.
Se cree que el interés de estos antiguos pueblos por la disposición de las estrellas tuvo motivos fundamentalmente prácticos, usualmente con propósitos agrícolas, de viaje y religiosos: como ayuda para medir el tiempo y las estaciones y para servir de orientación a navegantes y mercaderes cuando realizaban travesías durante la noche, ya fuese por mar o por el desierto. Así, imaginando figuras con las cuales relacionar los grupos de estrellas (y creando leyendas e historias de lo que representaban —ver Mitología, Astrología—) les sería más fácil y seguro recordar las rutas a seguir.
De las 88 constelaciones adoptadas por la UAI, casi la mitad provienen de la imaginación de los astrónomos griegos. Homero menciona a Orión en la Odisea (obra que data del siglo IX a. C.). En el Antiguo Egipto era conocido como Sahu mil años antes. El Zodíaco, dividido en doce constelaciones, surgió en Babilonia durante el reinado de Nabucodonosor II siglo VI a. C., vinculado a las doce lunaciones anuales. Lo adoptará la cultura griega, dándole a las constelaciones los actuales nombres.
La compilación exhaustiva de constelaciones más antigua conocida se remonta a Claudio Ptolomeo, quien en el siglo II a. C. presentó un catálogo de 1022 estrellas, agrupadas en 48 constelaciones, en su obra Almagesto; la obra fue escrita en griego, con el título Ἡ μεγάλη Σύνταξις —He Megále Síntaxis— El gran tratado. Dicho trabajo, que será la base de muchos resumenes astronómicos occidentales posteriores, hasta finales de la Edad Media, sólo incluía las estrellas visibles desde Alejandría, lugar desde donde Ptolomeo llevó a cabo sus observaciones.
Constelaciones aztecas [editar]
No solo los griegos y civilizaciones del viejo mundo crearon formas imaginarias en la bóveda celeste, los aztecas imaginaron varias figuras celestes como son:
- Ilhuicamina (flechador del cielo), que corresponde a la constelación griega Orión.
- Altar serpiente
Carta estelar del libro de Dunhuang, escrito alrededor del año 700. Las constelaciones corresponden a Ursa Major, Capricornus y Sagittarius
Las constelaciones chinas son uno de los agrupamientos estelares más antiguos del mundo. Éstas son muy diferentes de las modernas constelaciones reconocidas por la UAI (que se basan en la astronomía griega); esto se debe principalmente a que el desarrollo de la astronomía china fue independiente, aunque paralelo a la griega.
Los astrónomos chinos dividieron el cielo en 31 regiones, llamados 3 Recintos (三垣 sān yuán) y 28 Mansiones (二十八宿 èrshíbā xiù). Los tres recintos ocupan la zona cercana al polo norte, por lo que en las latitudes altas se pueden ver durante todo el año, mientras las veintiocho mansiones ocupan la zona del zodíaco, por lo que pueden ser estimados como el equivalente a las doce constelaciones zodiacales occidentales. Contrariamente a la astronomía occidental, las veintiocho mansiones no reflejan el movimiento (aparente) del Sol sino el movimiento de la Luna en su recorrido mensual alrededor de la Tierra.
Los tres Recintos y las 28 Mansiones se dividen además en 283 asterismos. Cada estrella se asigna a uno de los asterismos e incluso algunos de ellos sólo poseen una estrella. Tradicionalmente, una estrella lleva el nombre de su asterismo combinado con un número.
El cielo alrededor del polo sur celeste se desconocía en la antigua China. Por lo tanto, no se incluyó como parte de los tres recintos y las 28 mansiones. Sin embargo, a finales de la Dinastía Ming, Xu Guangqi introdujo otros 23 asterismos basado en las cartas estelares occidentales.
Constelaciones hindúes
Las constelaciones de la astronomía hindú se denominan nakshatra (नक्षत्र) o mansión lunar, que correponden a cada una de las 27 divisiones del cielo, identificadas por la(s) estrella(s) más destacada(s) dentro de las mismas, por las cuales pasa la Luna durante su ciclo mensual. Por lo tanto, cada uno de ellos representa una división de la eclíptica similar a la del zodíaco occidental (13° 20' en lugar de los 30° para cada signo del zodiaco). El periodo orbital de la Luna es de 27.3 días, por lo que la Luna tarda aproximadamente un día para pasar a través de cada nakshatra.
El punto de partida para la nakshatras es el punto de la eclíptica directamente opuesto a la estrella Spica llamdo Chitrā (que correpondería aproximadamente al comienzo de Aries). La eclíptica se divide en cada uno de los nakshatras hacia el este a partir de este punto.
La lista de Nakshatras se encuentra en los textos védicos, y también en el Shatapatha Brahmana. El primer texto de astronomía que enumera es el Vedanga Jyotisha de Lagadha. En la mitología hindú los Nakshastras fueron inventados por Daksha, y se personifican como las hijas de la deidad y las esposas de Chandra, el dios de la luna.
Cada uno de los nakshatras se rige por uno de los señores de los nueve graha en la siguiente secuencia: Ketu (Nodo Sur Lunar), Shukra (Venus), Ravi o Surya (Sol), Chandra (Luna), Mangala (Marte), Rahu (Nodo Norte Lunar), Gurú o Brihaspati (Júpiter), Shani (Saturno) y Budha (Mercurio). Este ciclo se repite tres veces para cubrir los 27 nakshatras.
Constelaciones incas
La constelación oscura del "Emú en el cielo", parte de la mitología aborigen australiana
Los astrónomos de la civilización Inca identificaron diversas áreas oscuras de la Vía Láctea como animales, y los asociaron con la temporada de lluvias; debido a esto se les conoce como constelaciones oscuras. Estas áreas son las que comúnmente se denominan nebulosas oscuras.
Sin duda alguna, la cultura Incas es la más representantiva de América del Sur. Es precisamente en Cuzco, en donde muchos investigadores han encontrado documentos de colonizadores españoles que describen el Templo del Sol, del cual irradiaban cuarenta y un ejes llamados ceques, cuya disposición implicaba lineamientos geománticos o astronómicos, que definían el valle en 328 huacas las cuales cumplían funciones rituales y políticas.
Los Incas conocían la revolución sinódica de los planetas, e igualmente construyeron un calendario lunar para las fiestas religiosas y uno solar para la agricultura. Para tal propósito utilizaron elementos como montículos alrededor de los pueblos para realizar astronomía observacional.
El calendario consistía en un año solar de 365 días, repartidos en 12 meses de 30 días y con 5 días intercalados. Se sabe que el calendario era determinado observando al sol y a la luna. Para fijar las fechas exactas del año y meses, Pachacútec dispuso la edificación de 12 torres o pilares localizados al este de la llacta del Cuzco, llamados sucangas.
Los Incas daban mucha importancia a las constelaciones y estaban muy interesados en la medición del tiempo para fines agrícolas. Poseían sus propias constelaciones entre las cuales, se destacan la Cruz del Sur y el Centauro. Para ellos las Vía Láctea era oscurecida por sacos de carbón. La astronomía jugó un papel muy importante para la construcción de sus ciudades.
Los Chibchas conocían la constelación de Orión y reconocían la relación entre la salida heliacal de Sirio con el comienzo de la temporada de lluvias.
Otra cultura aborigen que reconocía figuras oscuras en el cielo eran los australianos, especialmente aquellos que vivían en el centro del continente. Una de sus figuras mas representativas es "El Emu en el cielo", que abarcaba desde el Escorpión hasta la Cruz del Sur.
El Zodíaco
El Zodíaco es una banda de cielo por donde, aparentemente, transitan el Sol y los planetas. Durante el siglo V a. C., dicha región fue dividida en 12 partes iguales (una por cada mes del año) a las cuales dieron el nombre de la constelación más próxima (grupos que muy bien podrían haber existido antes de la invención del Zodíaco propiamente). Estas constelaciones fueron las siguientes. Se ofrecen, primeramente, sus nombres en latín, que son los que se usan comúnmente, luego los nombres en español.
Nro |
Nombre en latín |
Nombre en español |
01 |
Aries |
Aries, el carnero |
02 |
Taurus |
Tauro, el toro |
03 |
Gemini |
Géminis, los gemelos |
04 |
Cancer |
Cáncer, el cangrejo |
05 |
Leo |
Leo, el león |
06 |
Virgo |
Virgo, la virgen |
07 |
Libra |
Libra, la balanza |
08 |
Scorpius |
Escorpio, el escorpión |
09 |
Sagittarius |
Sagitario, el arquero |
10 |
Capricornus |
Capricornio, la cabra de mar |
11 |
Aquarius |
Acuario, el aguador o portador de agua |
12 |
Pisces |
Piscis, los peces |
- Nota: Aries es la primera constelación del Zodíaco, comienza sus días el 21 de marzo, el primer día del año de muchos de los calendarios antiguos.
Las constelaciones de esta lista son consideradas las más antiguas, teniendo una importancia evidente en la astrología (disciplina que antiguamente se confundía con la astronomía). Hay que señalar que, a esa lista de 12 constelaciones, convendría añadir, modernamente, una decimotercera: Ophiuchus, el serpentario. Actualmente, y astronómicamente hablando, el Sol transita por sus límites, según definidos por la UAI, del 30 de noviembre al 17 de diciembre. Los antiguos probablemente no tomaron esto en consideración (o no lo revelaron) por razones estéticas o astrológicas, o simplemente para el tiempo de los creadores del primer Zodíaco no existía.
Constelaciones de Ptolomeo
Las constelaciones de Ptolomeo (mapa de Durero, 1515)
Además de las doce constelaciones del Zodíaco antes presentadas, Ptolomeo recogió en su inventario otras 36 figuras:
- Andromeda (Andrómeda), la princesa
- Aquila, el águila
- Ara, el altar
- Argo Navis, el navío Argo.
- Auriga, el cochero
- Boötes, el boyero o pastor
- Canis Major (Can Mayor)
- Canis Minor (Can Menor)
- Cassiopeia (Casiopea), la reina
- Centaurus (Centauro)
- Cepheus (Cefeo), el rey
- Cetus, la ballena o monstruo marino
- Corona Australis (Corona Austral), la corona del sur
- Corona Borealis (Corona Boreal), la corona del norte
- Corvus, el cuervo
- Cráter, la copa
- Cygnus, el cisne
- Delphinus, el delfín
- Draco, el dragón
- Equuleus, el pequeño caballo
- Eridanus, el río Erídano, un río mitológico
- Hercules (Hércules), el héroe
- Hidra, la hidra o serpiente de mar, un monstruo mitológico
- Lepus, la liebre
- Lupus, el lobo
- Lyra, la lira
- Ophiuchus (Ofiuco), el serpentario
- Orión (Orión), el cazador
- Pegasus (Pegaso), el caballo alado
- Perseus (Perseo), otro héroe
- Piscis Austrinus (Pez Austral), el pez del sur
- Sagitta, la flecha
- Serpens la serpiente (Ofiuco divide esta constelación en dos partes: Serpens Caput, la cabeza de la serpiente, y Serpens Cauda, la cola de la serpiente
- Triangulum el triángulo
- Ursa Major (Osa Mayor)
- Ursa Minor (Osa Menor)
Las 48 constelaciones inscritas por Ptolomeo en el Almagesto fueron las únicas reconocidas en el mundo occidental hasta el final de la Edad Media. Con excepción de Argo Navis, que fuera dividida en cuatro constelaciones más tarde, todas ellas fueron adoptadas sin cambios por la Unión Astronómica Internacional.
Constelaciones modernas
El mundo occidental perdió el gran tratado astronómico de Ptolomeo por muchos años. Fueron los astrónomos árabes quienes heredaron el Almagesto (de ellos proviene el nombre por el cual se conoce generalmente) y expandieron sus observaciones. Estos destacados estudiosos del cielo añadieron algunas constelaciones que ya no se utilizan actualmente y expandieron otras ya existentes (como Eridanus, a la cual asignaron otra serie de estrellas más al sur). Su propósito fue describir e incorporar estrellas que no eran visibles desde Alejandría, pero sí desde el sur de sus dominios. Tras muchos años, hacia fines de la Edad Media, la obra de Ptolomeo es recuperada en Europa a través de traducciones en latín de fuentes árabes.
A partir del siglo XVI, cuando de Europa salieron navegantes a explorar los mares del sur, los marinos se encontraron, así mismo, con un cielo desconocido, cuyas estrellas requerían ser identificadas por ellos. Por lo tanto, y para que sirvieran de ayuda en la navegación, se idearon nuevas constelaciones.
Johann Bayer y Uranometria
En 1603, el astrónomo alemán Johann Bayer publicó su obra Uranometria, el primer atlas astronómico en cubrir toda la esfera celeste. Además de incluir las 48 constelaciones de Ptolomeo, Bayer añadió 12 adicionales, trazadas para el hemisferio sur, de donde único se veían. Las mismas habían sido originalmente cartografiadas por el navegante holandés Pieter Dirkszoon Keyser, asistido por Frederick de Houtman, durante un viaje por los mares del sur entre 1595 y 1596 (año en que muere Keyser en la expedición). La inclusión de estos nuevos grupos en el atlas de Bayer —la obra maestra de la época— aseguró su permancencia en la lista de constelaciones reconocidas. Éstas fueron:
- Apus, el ave del Paraíso
- Chamaeleon, el camaleón
- Dorado, el pez
- Grus, la grulla; se conoció como Phoenicopterus, el flamenco, en Inglaterra durante el siglo XVII
- Hydrus, la hidra macho
- Indus, el indio americano
- Musca, la mosca
- Pavo
- Phoenix, el ave fénix
- Triangulum Australe, el triángulo del sur
- Tucana, el tucán
- Volans, el pez volador
Los nombres tan exóticos (para la época) de estas nuevas constelaciones, muchas de las cuales reflejaban las nuevas realidades descubiertas durante las grandes exploraciones de esos años les aseguraron un éxito inmediato. Tan es así que rápidamente se incorporaron a la lista de constelaciones antiguas y se siguen usando al presente.
La obra de Bayer trajo otro cambio de percepción en cuando a qué es una constelación. En el pasado, los griegos y demás pueblos de la antigüedad sólo reconocían como parte de una constelación aquellas estrellas que se usaban para trazar las figuras legendarias. Lo demás simplemente era espacio vacío. Bayer, en cambio, con sus planos, comienza a asignar a todo punto en el cielo su lugar como parte de una constelación.
Otras creaciones europeas
Contelaciones del sur, en la obra de
Andreas Cellarius Harmonia Macrocosmica escrito en 1661
A partir de Uranometria otros astrónomos europeos se vieron tentados en imponer sus propias creaciones, aunque no todos lograron el mismo éxito de Bayer.
En 1624, el también astrónomo alemán Jakob Bartsch introdujo cinco nuevas constelaciones entre las ya existentes:
Estas constelaciones también se acreditan a Petrus Plancius. Sólo las tres primeras se incorporaron definitivamente a la lista de constelaciones actuales; las demás desaparecieron rápidamente.
Para la misma época, Tycho Brahe elevó al rango de constelación el antiguo asterismo de Coma Berenices, la Cabellera de Berenice, creada de estrellas pertenecientes anteriormente a Leo y Virgo.
En 1643, Anton de Rheita, tratando de cristianizar un poco el panteón estelar, ampliamente pagano, imaginó una figura de Jesús entre Leo e Hydra, pero dicha nueva constelación no tuvo buena acogida. El mismo también propuso una Mosca (Musca Borealis) al lado de Aries, que más tarde fuera rebautizada como Lilium (Flor de lis) durante el reinado de Luis XIV, el "Rey Sol". Es entonces cuando nombrar constelaciones se convirtió en un juego de corte, con el que los proponentes pretendían lograr la gracia de la monarquía.
En Francia, En 1679, Augustin Royer creo la constelación Columba, separando parte de la constelación Canis Major. Además, identificó un grupo de estrellas entre Andrómeda, Cefeo y Pegaso, al cual nombró como el Cetro.
En Prusia, el astrónomo real Gottfried Kirch creó un segundo Cetro al sur de Eridanus, con el fin de hacer lo propio por su monarca. No obstante, ninguno de estos intentos de reivindicación real se impuso en la comunidad, por lo que los grupos nunca lograron el apoyo que necesitaba para integrarse a la lista de constelaciones reconocidas.
Johannes Hevelius
Algunos años más tarde, para 1690, desde la ciudad de Danzig (hoy Gdańsk) en la región polaca de Pomerania, Johannes Hevelius propuso otras constelaciones:
- Canes Venatici, los perros de caza
- Lacerta, la lagartija, asterismo que correspondía al Cetro de Augustin Royer
- Leo Minor, el pequeño león
- Lynx, el lince, un grupo de estrellas tan tenues, que el propio Hevelius decía que se necesitaban los ojos de un lince para poder verlas
- Sextans, el sextante
- Vulpecula, la pequeña zorra
- Scutum (Sobieski), el Escudo de Sobieski; ésta es la única constelación moderna que responde a un personaje histórico real (Jan III Sobieski, rey de Polonia), pero como generalmente sólo se le conoce como Scutum, la relación con este monarca pasa totalmente desapercibida.
A diferencia de las anteriores, estas nuevas propuestas no estaban asociadas a algún monarca. Por ello, probablemente, lograron la aceptación de público con mayor facilidad. La excepción fue Scutum, que tuvo que perder el apellido para ser aceptada debidamente (hoy no se recuerda, para nada, que una vez tuvo abolengo).
Hevelius también propuso otros grupos que no tuvieron la suerte de estas siete. Éstas fueron:
Invenciones de Nicolas Lacaille
Nicolas-Louis de Lacaille, un abad, astrónomo y matemático francés, que durante los años 1750 y 1751 vivió en el cabo de África del Sur, se propuso proseguir con la relación sistemática de las estrellas del cielo del hemisferio sur. En su obra Coelum australe stelliferum, publicada póstumamente en 1763, incluyó otros asterismos con el fin de cubrir espacios que todavía no respondían a constelación alguna. Las invenciones de Lacaille se diferencian de todas las anteriores, pues honran las creaciones del ingenio humano (que era la mentalidad de su época), en vez de animales y figuras mitológicas.
- Antlia, la máquina neumática
- Circinus, el compás
- Caelum, el buril
- Fornax, el horno
- Horologium, el reloj
- Mensa, la mesa o meseta
- Microscopium, el microscopio
- Norma, la regla
- Octans, el octante
- Pictor, la paleta del pintor
- Reticulum, la retícula
- Sculptor, el taller del escultor
- Telescopium, el telescopio, el primer grupo en honrar a aquellos que se dedican y se han dedicado al estudio de los astros.
A Lacaille también se debe el desmantelamiento de Argo Navis en cuatro constelaciones menores, que son las que llegan hasta nuestros días:
Constelaciones perdidas
Además de los grupos que se han mencionado previamente, que fueron propuestos, mayormente, durante el siglo XVII, y que nunca gozaron del aval de la comunidad, hay otra serie de asterismos que tuvieron una existencia muy efímera.
Un caso muy particular es el de la constelación de Antínoo (o Antinous), probablemente la única constelación antigua que cayó en desuso. Se supone que Antínoo era la figura de un joven griego a quien el emperador Adriano favorecía. Sus estrellas correspondían a un pequeño grupo al sur de Aquila, el águila. Según versa la historia, Adriano creó esta constelación en el año 132 tras la muerte del adolescente (quien supuestamente se sacrificó para salvar la vida al emperador).
Otras constelaciones perdidas son:
- Apis, la abeja (1603) - ésta se convirtió, posteriormente, en Musca Australis, nuestra actual Musca.
- Cancer Minor, el pequeño cangrejo (1613)
- Cerberus, el perro que guarde las puertas del infierno.
- Custos Messium, el guardián de la cosecha (1775)
- Felis, el gato (1805)
- Frederici Honores, la gloria de Frederick, rey de Prusia (1787)
- Gallus, el gallo (c. s. XVII)
- Globus Aerostaticus, el globo aerostático (1798)
- Jordanus, el río Jordán
- Lochium Funis, creada por Johann Elert Bode utilizando algunas estrellas de Pyxis (sólo él la reconoció)
- Machina Eléctrica, la máquina eléctrica o generador de electricidad (1800)
- Malus, el mástil de la Nave de Argos
- Mons Maenalus, la montaña
- Musca Borealis, la mosca boreal
- Noctua, el búho (el mismo asterismo que Turdus Solitarius)
- Officina Typographica, la imprenta (c. s. XVIII)
- Phoenicopterus, el flamenco (1787)
- Polophylax, el guardián del polo (c. s. XVII)
- Psalterium Georgii, el arpa del rey Jorge II (1781)
- Quadrans Muralis, el cuadrante (1795)
- Ramus Pomifer, la rama del manzano
- Robur Carolinum, el roble de Carlos (1679)
- Sceptrum Brandenburgicum, el cetro de Brandeburgo (1688)
- Sceptrum et Manus Iustitiae, literalmente cetro y mano de la justicia (1679)
- Solarium, el reloj solar
- Tarandus vel Rangifer, el venado o ciervo(1736)
- Taurus Poniatovii, el toro de Poniatowski, rey de Polonia (1777)
- Telescopium Herschelii, el telescopio de Herschel
- Testudo, la tortuga
- Tigris, el río Tigris
- Turdus Solitarius, el tordo (o mirlo) solitario (1776)
- Triangulum Minor, el pequeño triángulo
- Vespa, la avispa (c. s. XVII)
Las constelaciones en la actualidad
Carta moderna de las 88 constelaciones reconocidas por la Unión Astronómica Internacional
Los límites de las constelaciones, en su gran mayoría, siguen los trazos, igualmente imaginarios, impuestos por la Unión Astronómica Internacional de 1928 a 1930. Estas fronteras utilizan como guía las líneas de declinación y ascensión recta para la época 1875,0 (es por ello que no hay líneas diagonales). Desde entonces, y debido a la precesión (el desplazamiento del eje de la Tierra con respecto a las estrellas), esos límites se han desplazado, pero el área cubierta por cada signo se ha mantenido igual.
En nuestros días, las constelaciones han perdido la importancia que antaño poseían. Ahora los astrónomos profesionales se refieren a los objetos por su posición en la esfera celeste, usando el sistema de coordenadas. En términos generales, sólo los astrónomos aficionados siguen conociendo y estudiando las constelaciones.
Cómo observar las constelaciones
Para poder identificar correctamente las constelaciones, es necesario poder ver las estrellas que dibujan sus figuras. Las personas que viven en las ciudades o áreas limítrofes ven muy pocas de ellas porque la contaminación de luz (la luz generada en exceso por el hombre y que se escapa al ambiente) afecta adversamente la visibilidad de los astros más tenues. Se recomienda, pues, buscar un lugar oscuro.
Los nombres de las estrellas de una constelación
En la antigüedad, sólo unas pocas estrellas brillantes recibieron nombres propios (inclusive, algunas eran consideradas constelaciones en sí mismas). Posteriormente, los árabes, con su dedicación a la observación astronómica, asignaron nombres a muchas otras. En su gran mayoría respondían a la posición que corresponde a cada astro dentro de su constelación. Aldebarán, la estrella más brillante de Tauro, proviene del árabe an-Dabarab (الدبران), que significa el que sigue (a las Pléyades). En esa misma constelación también se encuentra Alnath (o Elnath), del árabe an-Nath (النطح), que significa (la punta de) el cuerno.
Además de los nombres propios tradicionales (de origen griego, latino o árabe), las estrellas reciben un nombre formado por una letra del alfabeto griego en minúscula, siguiendo en orden decreciente de su magnitud aparente (en términos generales, aunque la secuencia no se aplica en algunos casos). Este sistema fue iniciado por Johann Bayer a comienzos de siglo XVII. Más tarde, John Flamsteed asignó números arábigos para identificar las estrellas de cada constelación. En ambos sistemas, a las letras o números sigue el genitivo latino del nombre de la constelación. Así, Aldebarán y Alnath son también conocidas como Alfa (α) y Beta (β) Tauri en el sistema de Bayer, u 87 y 112 Tauri en el sistema de Flamsteed, respectivamente. También pueden recibir otros nombres, dependiendo de los diversos catálogos que se han compilado y de los que forman parte. De tal forma, una misma estrella puede recibir muchas denominaciones.
Las estrellas dobles o variables siguen otras nomenclaturas, de acuerdo a sus respectivos catálogos. Igualmente, dentro de los límites de las constelaciones existen otros objetos que no son estrellas (nebulosas planetarias, galaxias, etc.) y que han sido clasificados y denominados siguiendo varios catálogos acidionales (Messier, NGC, IC). El primero que hizo una clasificación de esta índole fue Charles Messier; así, por ejemplo, M31 designa a la Galaxia de Andrómeda.