Aunque es reciente la historia de Aguas Nuevas -apenas medio siglo-, es muy antigua la de la comarca sobre la que se asienta esta población, jurídicamente Entidad Local Menor en el término municipal de Albacete.
Para la comprensión del hecho histórico, siquiera sea someramente, conviene remitir su estudio a la geografía de la comarca: a la topografía y a la conformación hidrológica de El Salobral de manera destacada.
La aventura del hombre en esta tierra no ha sido fácil. Durante siglos, ha tenido que afrontar un medio natural hostil: clima extremado, encharcamientos permanentes y periódicos, avalanchas, inundaciones y la presencia de enfermedades endémicas – fiebres palúdicas o tercianas- transmitidas por mosquitos de diversas especies que hallaban en este medio su hábitat óptimo.
Hacia el siglo XVIII, la situación era ya insostenible, hasta el punto de que sólo la construcción de una red de drenaje podía salvar a la comarca de su ruina definitiva. A tal efecto se emprendió la construcción del canal de El Salobral, parte sustancial de la compleja red de drenaje de la comarca entera de Los Llanos, cuyo eje principal de evacuación hacia el río Júcar es el Canal de María Cristina.
Una aproximación al medio natural
A.- Situación.
La localidad de Aguas Nuevas se encuentra en el SE de la región natural de La Mancha y al S de la ciudad de Albacete, capital de la provincia de su mismo nombre, de la cual dista sólo 9 km.
Se encuentra en las coordenadas geográficas 38º 55´06.30 latitud norte y 1º 55´.00 longitud oeste. Su altitud respecto al nivel del mar es de 704 m (Observatorio de Los Llanos), en la parte oriental de la región natural de La Mancha.
B.- El clima
El clima de la comarca se incluye dentro de los templados mediterráneos continentalizados, caracterizados en general por tener veranos muy secos y calurosos con temperaturas medias mensuales superiores a 22ºC, inviernos fríos con temperaturas medias mensuales inferiores a 6ºC, y gran oscilación, anual y diaria. Las temperaturas extremas o históricas registradas en la comarca se inscriben entre los -24ºC en enero y los 42,6ºC en julio. Las lluvias son escasas, en torno a los 354 mm, con importantes variaciones interanuales.
C.- Características topográficas e hidrología
Aunque el clima de la comarca se inserta en su tipología general al de su entorno regional, su carácter específico le viene dado por la altitud respecto al nivel del mar, así como por el perímetro de montañas o elevaciones periféricas que le confieren el aspecto de una depresión abierta hacia el N y el NO. Por esta parte, penetran sin obstáculo alguno los vientos de origen polar, fríos y secos, que, en consecuencia, no aportan lluvias.
Pese a su proximidad al Mediterráneo, las barreras naturales de las sierras Béticas del SE y del S impiden la influencia atenuadora de los vientos marinos, al tiempo que dificultan también la llegada de las lluvias procedentes del Mediterráneo. Ésta es, junto a la anterior, la causa principal que explica las temperaturas extremas registradas.
Las lluvias suelen producirse como consecuencia de los frentes atlánticos; pero sucede igualmente que presencia en el SO y O de la sierra de Alcaraz y de la elevación moderada del Campo de Montiel produce igualmente efectos similares al dificultar el paso de los frentes o depresiones atlánticas, que son los mayores proveedores de lluvia.
Pese a cuanto se afirma anteriormente, no son extraños en la parte centro-oriental y sur-oriental los fenómenos de “gota fría”, si bien su periodo de retorno suele ser bastante dilatado, aparte de que en la comarca de Los Llanos tiene menor intensidad que en las zonas señaladas. Aún así, pueden producirse excepcionalmente fenómenos de gran intensidad. La fotografía, obtenida en 1982, refleja la grave inundación padecida por la comarca, cuyos efectos más nocivos se dejaron sentir en la urbanización “Aguasol”
Inundación de 1982 en la comarca de Los Llanos. Foto cedida por cortesía del diario “La Verdad”, edición de Albacete.
La comarca de Los Llanos de Albacete queda individualizada respecto de la unidad mayor -La Mancha- por las elevaciones secundarias del Campo de Montiel, configurándose superficialmente como una llanura perfecta en la práctica totalidad de su extensión. La parte externa o superficial de esta cubeta es, no obstante, ligeramente cóncava, cerrada y sin salida natural hacia el río Júcar, la única vía fluvial que drena las aguas manchegas hacia el Mediterráneo. Otra es, empero, su estructura interna, una gigantesca cubeta sedimentaria de varios centenares de metros de espesor, donde se alberga un inmenso acuífero subterráneo, de los más importantes de la Península.
Canal de El Salobral.
La construcción de los canales de Acequión y Albaidel presentó desde el principio un grave inconveniente: la presencia de una capa durísima de caliza que impedía su profundización. De ahí que se hiciera necesario represar el agua de la laguna y elevar su nivel para, de esta manera, hacer posible su evacuación.
El 8 de junio de 1816 y por R.O. del rey Fernando VII se nombraron a tal efecto a don José Fernández Blanco y don Manuel Blasco, de la Real Academia de San Carlos de Valencia:
"Este profesor perfeccionó en el cauce de la Laguna de Acequión 2000 varas que quedaron sin concluir por los muchos bancos de piedra que hallaron e hizo la misma operación en el cauce de la Fuente del Charco" [...] y la filtración de aguas en ciertos parajes exige la rectificación de los titulados del Salobral y Acequión. Los que se encuentran en primer lugar lo están muy inmediatos a la embocadura de la laguna hacia la cual retroceden las aguas por haberse rebajado el fondo y perderse el desnivel que se le dio hasta llegar a un banco de piedra de filtraciones a que da margen la franqueza del terreno. Todas las aguas se pierden en el trayecto de unas 800 varas...” bastante longitud que conservando siempre el mismo es un obstáculo para el libre y expedito curso de las mismas. Lo mismo sucede en el cauce del Acequión por efecto de las filtraciones a que da margen la franqueza del terreno”.
El canal de El Salobral es afluente del canal mayor o de María Cristina en el paraje de El Palo. En su cabecera se encuentra la laguna, hoy desecada, junto a la pedanía del mismo nombre. A medio camino se encuentra Aguas Nuevas, un modelo original de urbanismo en esta provincia y aún en España.
A escasa distancia del poblado, finaliza el camino natural, creado recientemente sobre el quijero del canal de El Salobral por la concejalía de Medio Ambiente de Albacete, en colaboración con el Ministerio correspondiente.
Canal de El Salobral. Tramo próximo a su confluencia con el Canal de María Cristina. Foto, J.J. Gascón.
Al contrario de cuanto sucede con los restantes canales de la red de drenaje de Los Llanos, no parece probable que esta vía de agua fuera construida sobre alguna preexistente, medieval o de tiempos más recientes, al menos en todo su recorrido. Y la razón es obvia: la laguna del El Salobral, superficialmente endorreica, drenaba algunos caudales por vía subterránea hasta los manantiales de El Lodoso, los suficientes para el mantenimiento del equilibrio hidrológico que hizo posible el poblamiento del territorio en época prerromana y romana.
De este poblamiento antiguo nos hablan los restos arqueológicos que jalonan la comarca: esfinge de El Salobral, necrópolis de Casas de Don Pedro, de Casa del Alcalde y de Melegriz.
La laguna de El Salobral ha sido un elemento clave en la hidrología del territorio, de su poblamiento, historia y ecología. En este territorio, como en todos, la humanización del espacio (poblamiento y puesta en valor) se ha realizado a expensas del medio natural. Hasta aquí todo normal. El problema es el coste, elevado siempre cuando de humedales se trata. La desecación de las lagunas que drenaba este canal llevó consigo la desaparición definitiva de una flora y fauna singular. La documentación del siglo XVIIl acredita sin ninguna duda la existencia de una gran variedad de “pájaros de agua”, de entre los cuales destacan los flamencos y el “ave toro”, llamada así porque su canto evocaba el bramido de este animal. Los crustáceos (cangrejos principalmente) fueron abundantes en los canales de El Salobral y Fuente del Charco hasta su desecación definitiva a comienzos de los años setenta del siglo XX.
Trabajos de desecación de la laguna de El Salobral.
La naturaleza, sin embargo, suele pasar factura cuando se la vulnera. La alteración del equilibrio hidrológico de la laguna y de su entorno por la acción del hombre fue constante durante varios siglos, y, al final, volvió contra él sus efectos en una particular “respuesta bumerán”.
El proceso de deterioro era ya notable en el siglo XVIII, similar al que afectaba al entorno inmediato de la entonces villa de Albacete. Según la descripción de Tomás López (1786-1789), la laguna superaba a la sazón la media legua de diámetro (legua española = 5.572 m) y más de 30 hectáreas de superficie en invierno. Las causas del crecimiento son muy complejas, pero uno de sus efectos fue el ascenso de los acuíferos someros hasta amenazar la práctica totalidad de los edificios. Dice el geógrafo:
"...el Lugar del Salobral, con Parroquia Propia titula/da de San Marcos Ebangelista su Patron, con/ vn Cura Animarum para aquellos sus feligreses/ que oy seran de quarenta a cincuenta sus becinos mo/radores; Pero en la antiguedad, Se nota por los edificios/ ruinosos, seria su Poblazion vastante numerosa, y que/ esta, por las Vmedades de su Suelo, se habra dirruido,/ porque a sus ynmediaciones, se be la grande laguna/ de aguas que alli nacen, y se ben embalsadas [...] Pues oy dichas Aguas, se ben/ esparzidas, con perjuizios de Ynundazion vna le/gua de terreno por muchas distancias...".
El problema, pues, era general en toda la comarca de Los Llanos, y de ahí que se abordara su solución de manera global o integrada. Hay que hablar, naturalmente, de un verdadero plan integral de corrección hidrológica, de gran envergadura para las posibilidades técnicas y económicas de la época. A tal efecto se inició la excavación del canal de El Salobral el año 1806, y el de la Fuente del Charco en 1807.
Los beneficios económicos no se hicieron esperar, pero estalló la guerra de la Independencia y todo quedó paralizado. El cambio de régimen que sobrevino a la muerte de Fernando VII –el advenimiento del Estado Liberal- amenazaba directamente con la desamortización de los bienes de los ayuntamientos, del Estado y de las órdenes religiosas, y los canales quedaron abandonados. Los actos de pillaje menudearon sobre las tierras recientemente desencharcadas, prolongándose durante bastantes años. Como consecuencia del abandono y falta de mantenimiento, sabemos que, en 1863, el canal de El Salobral había sido aterrado por las avenidas y cegado por las ovas. La inundación, la de 1861 que describe Sánchez Torres, fue así:
"en el año 1860, cerrados los cauces por falta de limpieza y rotos por varios puntos, volvieron las inundaciones y encharcamientos, hasta en la población misma, y como consecuencia el paludismo, que señaladamente en el Salobral, produjo verdaderos estragos el año siguiente."
Visto el deterioro que afectaba a la red de canales, no resulta extraño que la inundación de 1881 alcanzara dimensiones desconocidas hasta entonces. En este mismo episodio, Albacete resultó seriamente dañada, tanto en su parte SE como en el N y el NO, resultando destruidos trozos de la muralla levantada a raíz de las guerras carlistas entre la Puerta de Chinchilla y la de Valencia, lo cual facilitó la evacuación del agua detenida. La gravedad de la situación hizo necesaria la adopción de medidas excepcionales que contemplaban incluso la intervención del ejército.
La pedanía de El Salobral, 14 km al sur de la capital, sufrió idénticas consecuencias, al decir de Roa Erostarbe:
“las lagunas llegaron hasta las cuevas de las casas obligando en algunas de la calle de la Feria á valerse de botes para utilizar efectos allí existentes, y resintiendo otra vez la salud pública, en términos de originar el paludismo extraordinaria mortandad, particularmente en la pedanía del Salobral." Todavía en diciembre de 1877, el pedáneo de El Salobral tuvo que solicitar del Ayuntamiento de Albacete que se hiciesen las obras necesarias "...al objeto de evitar en lo posible las desgracias que pueden ocurrir por las grandes avenidas que a causa de las lluvias discurren por dicho caserío..."
Pero retrocedamos al inicio de las obras. La excavación del canal se topó en su primera fase con los mismos inconvenientes que los de Acequión y Albaidel: la presencia de una capa durísima de caliza que impedía su profundización. El informe de 1816 de José Fernández Blanco y Manuel Blasco, de la Real Academia de San Carlos de Valencia dice lo siguiente:
“perfeccionó en el cauce de la Laguna de Acequión 2000 varas que quedaron sin concluir por los muchos bancos de piedra […] Los que se encuentran en primer lugar lo están muy inmediatos a la embocadura de la laguna hacia la cual retroceden las aguas […]. Todas las aguas se pierden en el trayecto de unas 800 varas..."
Las aguas de la laguna, drenadas a través del canal de el Salobral tuvieron la energía cinética suficiente para mover algunas piedras de molino, junto a Casa Orea, a la manera como muestra la foto siguiente.
La foto nos muestra un “partidor” sobre el canal, un mecanismo para represar el agua y derivarla, bien hacia algún molino harinero o hacia un canal secundario.
Los canales se profundizaron cuando fue técnicamente posible eliminar la capa caliza del fondo. Una vez hecho, se rehabilitaron o hicieron ex novo los molinos que figuran en el plano y desaparecieron las inundaciones en El Salobral, pero se inició también el proceso de extinción definitiva de sus humedales. Hoy, los antiguos regadíos tradicionales han sido sustituidos por modernos sistemas alimentados con las aguas subterráneas afloradas a partir de los años sesenta, época también de la construcción del acueducto Tajo-Segura, que atraviesa el territorio en su último tramo subaéreo.
El acueducto Tajo-Segura, en el último tramo de su curso subaéreo, próximo a Los Anguijes. Foto cedida por Daniel sánchez Ortega
En Los Anguijes se inicia el tramo subterráneo a través del túnel que concluye en el embalse de Talave, después de succionar buena parte de los caudales del acuífero de Los Llanos. La fotografía, tomada en la salida del túnel en Talave, acredita el drenaje del acuífero manchego a lo largo de su trayecto. Téngase en cuenta que la fotografía fue tomada durante las obras, y mucho antes, por tanto, de que transitaran a su través las aguas del Tajo.
Acueducto Tajo-Segura. Salida del túnel en las cercanías del embalse de Talave. Foto cedida por el Archivo Municipal de Albacete.
Ya, en el siglo XIX, cuando el cambio climático es algo más que una hipótesis, ha cambiado la percepción del fenómeno. El agua de Los Llanos, que parecía inagotable (llegó a hablarse exageradamente de un “mar subterráneo”) ha mostrado lo contrario, que es un bien escaso que hay que preservar como el tesoro que es en esta tierra de precipitaciones escasas y de humedad relativa del aire excepcionalmente baja.
La suerte pues de los regadíos de toda la comarca depende, sin ninguna duda, de la gestión correcta del problema.
Una aproximación a la historia de los Llanos de Albacete
Lo que viene a continuación quiere ser sólo una aproximación a la historia de la comarca, tan rica como compleja. La construcción de esta página web deja abiertas todas las posibilidades de ampliación, que contemplamos desde ahora para profundizar en los detalles, si se estimara conveniente.
La comarca de Los Llanos, decíamos, es de antiguo poblamiento: ibérico en principio y, posteriormente, de colonización romana. En aras de la brevedad posible dejaremos a un lado los aspectos prehistóricos (son muy abundantes, como corresponde a una tierra de transición entre las culturas mediterráneas y las continentales o peninsulares) para centrarnos en los tiempos históricos.
La historia es, a grandes rasgos, la siguiente: acabada la reconquista en el siglo XIII, en algunas zonas rurales del concejo de Chinchilla, al cual pertenecían estos territorios, tuvieron lugar algunas donaciones de tierras a individuos o comunidades de aldea para facilitar su repoblación, habida cuenta que la población mora iba siendo expulsada de las tierras reconquistadas hacia el todavía cercano reino moro de Granada. Exactamente al contrario a como había sucedido durante la conquista musulmana, a principios del siglo VIII. La aldea de Salomón, junto a Aguas Nuevas, pudo tener su origen en la donación realizada a un judío chinchillano: dom Salomón.
La dehesa de Melegriz, próxima a este lugar, existía como tal en la Edad Media (siglo XIV). Era boyal, o de pasto para los animales de tiro –los bueyes-, imprescindibles en la época para la explotación agrícola del territorio. Próxima también a este lugar, en la actual dehesa de Los Llanos, se encontraba la ermita de San Pedro de Matilla, donde se veneraba la imagen de la Virgen de las Nieves, patrona de Chinchilla (parte superior de la foto, junto al punto azul, en la finca conocida también como La Cerca, cuyo perímetro se observa perfectamente).
A cien pasos de esta ermita tuvo lugar el hallazgo de la imagen oculta de la Virgen de los Llanos, actual patrona de Albacete, en cuyo honor se levantó otra ermita, rival con aquélla en devociones y en claro paralelismo con el antagonismo secular, político y económico, entre Albacete y Chinchilla. El templo de San Pedro de Matilla, reconstruido en el S. XVIII se conserva todavía. De la antigua ermita de la Virgen de Los Llanos quedan apenas unos restos, tras el deterioro de que fuera objeto a raíz de la desamortización de Mendizábal. Un hijo suyo, nacido en Barrax, Juan de Dios Álvarez Mendizábal y Alfaro compró en la localidad manchega uno de los latifundios expropiados a órdenes religiosas, actuando como testaferro de la operación el hermano de éste, Rafael Álvarez Mendizábal y Alfaro. A la muerte de Rafael, las tierras pasaron a ser propiedad de su hermano Juan de Dios. Algunos de los descendientes de la familia Mendizábal residen todavía en Barrax.
De entre los personajes beneficiados por los procesos desamortizadores en testa comarca merece especial mención José de Salamanca y Mayol, marqués de Salamanca, varias veces enriquecido y otras tantas arruinado. A finales de 1860, comenzó a declinar su riqueza, si bien logró conservar una gran fortuna, al menos la procedente de los latifundios comprados en subasta y a bajo precio. El más conocido de todos es la llamada “finca o dehesa de Los Llanos” o de los Larios (la Cerca), cuya cerca o cerramiento roza literalmente la urbanización llamada “Aguasol”.
Don José de Salamanca recibió de la reina Isabel II los títulos de marqués de Salamanca (1863) y de conde de Los Llanos (1864). Fue diputado a Cortes por Albacete en 1875, donde se recordaba quizás un hecho decisivo para el futuro de la ciudad: la llegada del ferrocarril, en 1855. Albacete le dedicó una calle, que conserva su nombre todavía.
El territorio de la finca de Los Llanos había pertenecido a la orden franciscana desde el siglo XVII hasta su desamortización en el segundo tercio del XIX. Allí mismo tuvo su origen la devoción a la Virgen de Los Llanos, decíamos, y la propia feria albaceteña hasta el reinado de Felipe V. El primer rey Borbón decidió su traslado a Albacete en 1710, tras agria disputa con los frailes, quienes obtenían pingües beneficios, tanto de la feria como de la devoción a la Virgen.
En la dehesa franciscana pastaban sus ganados y obtenían leña o carbón los habitantes de Albacete y de El Salobral. La privatización burguesa de la tierra, propiedad ya del marqués de Salamanca, les dejó sin un medio importante de subsistencia, y a muchos de ellos en la miseria. Están documentados varios hechos de violencia ejercida en la comarca a manos de los campesinos que intentaban entrar en las propiedades desamortizadas para obtener leña o caza con que sobrellevar los rigores del hambre y del invierno. La respuesta fue, en este caso, el levantamiento de la cerca, un muro de varios kilómetros de longitud, que algunos han querido comparar, con evidente exageración, con la muralla china. En España, la nueva situación quiso preservar las propiedades adquiridas y los intereses de la nueva clase emergente –la burguesía- con la creación de la Guardia Civil en el año 1844 por el duque de Ahumada.
A.- El Salobral (en proceso). Es, sin duda la más rica y antigua de la comarca, lo cual exige un cuidado mayor a la hora de expresarla, en función de los datos que se poseen. Aún así, buena parte de la historia de esta pedanía ya ha quedado expuesta anteriormente.
B.- Santa Ana
Al SO de este punto se encuentra la localidad de Santa Ana, pedanía albaceteña. De su existencia, se tiene noticia segura desde el siglo XIII. Su origen está vinculado a la ermita de Santa Ana de Argamasilla (¿Argamasón?), inmediata a la reconquista del territorio, al igual que las anteriores. El origen de la imagen de santa Ana no se aparta de lo habitual en la época: el hallazgo casual de imágenes escondidas en muros para evitar su profanación por los moros. Devociones aparte, lo cierto era que con el levantamiento de ermitas o santuarios se legitimaba la presencia cristiana en los antiguos territorios musulmanes, puestos bajos la protección del santo. La Relación de Chinchilla (1576) dice lo siguiente:
“…dos leguas mas delante de la dicha Hermita de San Pedro; está la hermita de la vienabenturada Santa Ana de la Argamasilla: dícese asi porque se hallo en el Campo de un cuenco de Argamasa en un hueco que tenia dicho cimiento vna Ymagen de hasta dos palmos y medio […] hizosele allí vna Casa […] Es Casa de muy grande devocion…”
La historia y la economía del lugar, estructurado en varios núcleos, están vinculadas tradicionalmente al regadío con aguas freáticas, tan someras que podían ser alumbradas con pértigas o norias no demasiado complejas. Los regadíos han sido modernizados en tiempos recientes, pero el acuífero del que se surten muestra señales de sobreexplotación, al igual que en Aguas Nuevas y en El Salobral, tanto por la expansión de las tierras regadas como por el drenaje de aguas subterráneas hacia la cuenca del Segura a través del túnel del acueducto Tajo-Segura.
La existencia de aguas freáticas someras hizo posible el regadío de la comarca con estos artefactos, tan ingenioso como elementales. Foto cedida por Daniel Sánchez Ortega
C- Aguas Nuevas
Aguas Nuevas es de fundación reciente. Aún siendo éste nuestro pueblo, el criterio cronológico y la relación causa-consecuencia nos obliga a colocar su pequeña historia al final de estos apuntes. Es tan nuevo el poblamiento que apenas tiene historia. O será, en su caso, la de los hombres y las mujeres, pioneros del siglo XX llegados a esta tierra de promisión a mediados de los años sesenta. La Historia, con mayúscula, la escribirán sus nietos cuando se tenga la perspectiva que otorga el tiempo. Se verá entonces que coincide con la aventura singular de sus abuelos en esta tierra, estéril antaño, donde se conjugaron felizmente el milagro del trabajo y el milagro del agua.
La década de los años sesenta sorprendió a los albacetenses con el afloramiento de grandes caudales en El Pasico (1961). Un año más tarde, el territorio de Los Llanos era declarado de interés nacional y se iniciaban lo sondeos en El Salobral. En los siguientes se alcanzaron los 120 metros de profundidad y 1.500 litros por segundo, y casi de inmediato, se inició la construcción del canal principal y de la red de acequias, de varios silos y almacenes, de una Escuela de Capacitación Agraria y del poblado de Aguas Nuevas, pensado en principio para 250 colonos.
Según el primer censo del siglo XXI, la población de derecho es de 1876 personas.
Afloramiento de aguas subterráneas en El Pasico (1961). Foto: Archivo Municipal de Albacete.
El modelo arquitectónico y urbanístico del poblado se ciñe al proyecto de arquitectura modular de Vegaviana (Cáceres) y Cañada de Agra (Hellín) del arquitecto José Luís Fernández del Amo. Este modelo figura en varios manuales de Arquitectura y de Historia del Arte. El modelo urbanístico y arquitectónico de Aguas Nuevas es de los más originales del siglo XX. En sus líneas básicas, y aún en detalle, se pliega al modelo de arquitectura modular practicado en Vegaviana (Cáceres) por el arquitecto Fernández del Amo a instancias del Instituto Nacional de Colonización.
A continuación se exponen ambos modelos, Vegaviana y Aguas Nuevas, como paradigma de una concepción arquitectónica y urbanística singular.
Una calle de Aguas Nuevas, donde no ha sido alterado su aspecto original.
El poblado de Vegaviana (Cáceres), sirvió como modelo para otros poblados construidos por el Instituto Nacional de Colonización.
A los nuevos pobladores, puestos bajo la tutela el Instituto Nacional de Colonización, se les dotó de una vivienda y de una parcela de entre 8 y 15 hectáreas, según la calidad del suelo. En sólo tres años, la extensión del regadío sobrepasó las 3.500 hectáreas en los tres espacios colonizados: El Pasico, El Salobral y Fuente del Charco.
A nuestro juicio, nuestro pueblo reúne todas las condiciones para ser declarado Conjunto Arquitectónico y Urbanístico Protegido, antes de que la inadvertencia cause alteraciones sustanciales que desvirtúen el carácter que le hace único. Por el momento, se nos antoja aberrante la tipología urbanística de los nuevos barrios que han surgido alrededor de un pueblo cuya característica de “pueblo blanco” debería haberse mantenido a toda costa.
Ha transcurrido sólo medio siglo cuando se inicia el siglo XXI. La agricultura de regadío ha perdido parte de su importancia anterior y la dinámica urbana tiende a integrarse en la incipiente área metropolitana albaceteña. Aguas Nuevas, sin embargo, conserva en el núcleo original su impronta pionera y campesina dentro de un conjunto urbano singular. Visítenlo. Merece la pena.